Ayer, mientras muchas personas conmemoraban el Día Internacional de la Mujer en sus casas y oficinas, un grupo de mujeres lideresas lo celebraban con sus hijos e hijas visitando un proyecto científico sobre biodiversidad. Muchas de ellas son promotoras de emprendimientos de turismo biocultural en Orito, acompañadas por la Gestora Socioambiental del municipio de Orito, Dayanna Ortiz.
El proyecto de investigación en cuestión es «Life On Trees» o «vida en los árboles», un estudio pionero desarrollado en Colombia en colaboración con el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales y el Fondo de Dotación Biotopo para la Naturaleza, y con la colaboración del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (IAvHumboldt).
El proyecto se ejecuta en varios países de la región andino-amazónica, como Ecuador y Perú, y los árboles objeto de investigación están ubicados en el flanco oriental de la cordillera de los Andes. En Colombia, el proyecto se sitúa en la Reserva Natural Isla Escondida, localizada en la vereda El Líbano del municipio de Orito.
En términos generales, la investigación apunta a identificar e inventariar, con expertos de talla mundial y tecnología de punta, como la secuenciación genética y el escaneo tridimensional con láser, la biodiversidad presente en estos majestuosos árboles de más de 200 años. En el caso del árbol ubicado en Orito, su altura supera los 40 metros.
La invitación, realizada por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y gestionada por el Colectivo Gallito de Roca, fue atendida en Isla Escondida por Maurice Leponce, director científico del proyecto; Ángela Aristizábal Botero, asistente de investigación del Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica; y las investigadoras asistentes del IAvHumboldt, Jenilee Montes-Fontalvo, Ángela Celis Tarazona y Ángela Sierra Tuta.
Los anfitriones del proyecto compartieron muchos datos fascinantes con los invitados, como que se han identificado más de 120 especies de orquídeas solo en el árbol objeto de investigación en Isla Escondida.
El conocimiento generado por este proyecto tendrá muchos usos y beneficios que dependerán de la capacidad local para aprovecharlos. En primera instancia, servirá para nutrir la información del territorio que los guías comparten con los turistas que nos visitan. En segundo lugar, contribuirá a consolidar, dentro del ecoturismo, otras líneas de avistamiento, como insectos y hongos.
Para aprovechar adecuadamente el conocimiento generado por este proyecto, es necesario crear alianzas entre la administración municipal, el Instituto Real de Ciencias Naturales de Bélgica y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. A través de diplomados y otras modalidades de formación, se busca capacitar a nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes para que comprendan «dónde estamos parados» y reconozcan la gran oportunidad y responsabilidad que tenemos en la conservación de la biodiversidad como sistema productivo. Esto permitirá a la gente oportunidades de trabajo en el ejercicio mismo de la conservación.
También nos alerta sobre la necesidad de construir e implementar a nivel local protocolos de bioseguridad y salvaguardas socioambientales que impidan y controlen que el conocimiento de nuestra biodiversidad sea utilizado para fines económicos y comerciales sin un beneficio equitativo para las comunidades locales.
Existe una amenaza latente de que la información de las secuencias genéticas de nuestra biodiversidad, una vez publicada en plataformas digitales, pueda ser utilizada por gigantes corporativos globales para desarrollar métodos y técnicas de extracción o aislamiento de moléculas de nuestras especies de fauna y flora con fines farmacéuticos e industriales. En un escenario pesimista, esto podría configurar ejercicios de biopiratería, en donde estas corporaciones se conviertan en las dueñas de las técnicas y métodos para el aprovechamiento económico de los principios activos de especies de la biodiversidad que hasta ahora no conocemos.
No obstante, esta amenaza puede mitigarse gracias a protocolos como el de Nagoya, cuyo objetivo principal es garantizar que los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos se compartan de manera justa y equitativa con los países y comunidades que los proporcionan.
Los objetivos del Protocolo de Nagoya se complementan con el recientemente creado «Fondo Cali», acordado en la COP16 desarrollada en el mes de noviembre en Cali. Con este Fondo se logró concretar su operación, pues se diseñó para garantizar una distribución justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de estos recursos genéticos. “Al menos el 50% de los fondos se destinarán directamente a pueblos indígenas y comunidades locales, reconociendo su papel fundamental en la conservación de la biodiversidad.”


Les agradezco todo lo que hacen por esta búsqueda de conservar nuestra fauna. Felicitaciones por esta unión y sus investigaciones.
Muchas gracias por su comentario.