Algunas personas creen que abrazar un árbol los expone a que las hormigas majiñas (Wasmannia auropunctata), los alacranes o cualquier otro insecto ponzoñoso los pueda picar. Más allá de eso, hay bases científicas y de conocimiento tradicional que soportan el beneficio terapéutico que tiene abrazar los árboles.
Energía vibracional. Los árboles como cualquier ser vivo emiten vibraciones que pueden hacernos muy bien al influir positivamente en nuestro bienestar.
Matthew Silverstone1 conocido por su libro «Blinded by Science» en español «Cegados por la Ciencia», inspirado por la enfermedad de su hijo, investigó alternativas a la medicina convencional, destacando los beneficios de la conexión con la naturaleza, como la reducción del estrés, la mejora de la concentración y el alivio de dolores de cabeza.

Los árboles, las plantas y los vegetales emiten como parte de sus procesos de defensa de ataques de bacterias, hongos e insectos unos compuestos orgánicos volátiles (una especie de gas que se llama fitoncidas)2 que al inhalarnos por las personas fortalece el sistema inmunológico, reducen el estrés, (reduce la hormona del estrés cortisol), mejora la salud respiratoria al fortalecer los pulmones e inhibe el crecimiento de microorganismos dañinos.
La conexión terapéutica con los árboles es una actividad de vieja data en culturas milenarias. En el Japón originada como parte del «Shinrin-yoku», existe la silvoterapia, baño de bosque o arboterapia que promueve la interacción con la naturaleza para mejorar la salud mental y física. Esta técnica se ha extendido globalmente debido a sus múltiples beneficios.
Se logra al caminar lentamente por un bosque o parque, prestando atención a los sonidos, olores y texturas, abrazar árboles o sentarse bajo su sombra para sentir su energía, respirando profundamente para absorber los beneficios de los fitoncidas.
Desde el conocimiento ancestral los árboles, en especial los más grandes y antiguos, son considerados como abuelos, investidos de muchas cualidades entre las que se destacan las de protección y guía espiritual, custodios de las especies animales en la que nos incluimos los humanos, lugares de conexión trascendental con los esenciales cosmológicos y naturales de la vida que nos permiten purificar, dar continuidad al flujo de le energía positiva para mejorar la intuición y proveernos lugares de meditación.
En conclusión, nuestras selvas y sus grandes árboles son espacios terapéuticos que mantienen la salud mental de quienes tienen el privilegio de compartir su presencia y vitalidad. Conservarlos no es solo una obligación moral e histórica para quienes vivimos actualmente en estas tierras, sino que es una inversión a futuro que nos permitirá garantizar el patrimonio para nuestros hijos e hijas y su descendencia.
*Carlos Hernán Castro Almario – Líder principal Turismo Biocultural Orito
- Matthew Silverstone es un emprendedor y economista británico. Estudió economía y tiene una maestría en negocios internacionales. Se dedica a la investigación y escritura, explorando temas relacionados con la ciencia y la naturaleza, como se refleja en su libro Blinded by Science. ↩︎
- Los fitoncidas son compuestos orgánicos volátiles producidos por las plantas para protegerse de bacterias, hongos e insectos. El término, que significa «exterminado por la planta», fue acuñado en 1928 por el bioquímico ruso Boris P. Tokin. ↩︎

